Es difícil hacer predicciones …, especialmente respecto al futuro. (Niels Bohr)
Este año 2016 que se acaba nos ha deparado dos grandes sorpresas en política internacional: el voto británico a favor de la salida de la Unión Europea y la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Sin duda, ambas circunstancias tendrán importantes repercusiones en muchas áreas, incluida la fiscal, y, dada la significación económica de ambos países, con implicaciones para todos nosotros.
Pese a la dificultad de predecir el futuro, nos aventuraremos a hacer algunos pronósticos para el año que viene y los siguientes sobre cómo nos pueden afectar, en materia fiscal, el Brexit y la elección de Donald Trump. O al menos apuntaremos algunas de las cuestiones a vigilar.
Brexit
Los efectos del Brexit dependerán en gran medida de los términos de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Sin duda, el Reino Unido mantendrá alguna fórmula de asociación con la Unión Europea, y en función de lo estrecho de dicha asociación, podrá distanciarse más o menos de las políticas de la Unión.
En cualquier caso, es probable que el gobierno británico persista y aún acentúe su intención declarada de convertirse en un territorio fiscalmente atractivo para la actividad empresarial, con una reducción del tipo del Impuesto sobre Sociedades al 17% ya anunciada para el año 2020.
Tener al otro lado del Canal de la Mancha una potencia económica del calibre del Reino Unido embarcada en una política de competencia fiscal sin duda debilitará los intentos de la Comisión Europea de avanzar en la armonización del Impuesto sobre Sociedades. Otro tanto ocurrirá muy probablemente con el Impuesto sobre Operaciones Financieras.
De modo similar, la Comisión podría verse forzada a revisar el alcance de algunas de sus medidas en materia fiscal adoptadas bajo el paraguas del control de las ayudas de Estado, una materia en la que, además, ya ha generado resquemores en los Estados Unidos.
Donald Trump
Conocemos al Candidato Trump, pero aún no conocemos al Presidente Trump. Lo único que podemos afirmar es que su política es en este momento altamente impredecible.
Pero también es cierto que cuenta con una mayoría republicana tanto en el Congreso como en el Senado. Los republicanos han estado preparando una reforma fiscal en Estados Unidos, con la que son en buena medida coincidentes las propuestas del candidato Trump. Entre las modificaciones se propone un régimen de exención para las rentas procedentes de filiales o establecimientos permanentes en el extranjero -como ya ocurre en la mayoría de los países de la OCDE- y una reducción del Impuesto sobre Sociedades desde el 35% actual al 20% -y al 15% en las propuestas electorales de Trump.
Estas medidas tendrían por finalidad facilitar la repatriación a los Estados Unidos de los beneficios obtenidos por sus empresas multinacionales en otros países y atraer inversión y actividad empresarial a Estados Unidos. Como vemos, se trata de medidas muy en línea con las apuntadas en el Reino Unido, lo que sin duda obligará a reaccionar a los restantes países. En el País Vasco, sería necesaria una rebaja sustancial del tipo general del impuesto sobre sociedades, actualmente en el 28%, para no perjudicar la competitividad de nuestras empresas y para poder atraer inversiones del exterior.
En otro orden de cosas, nos atrevemos a pronosticar que nos podemos olvidar definitivamente del desbloqueo del nuevo Convenio fiscal entre España y Estados Unidos, que lleva ya cerca de cuatro años bloqueado en el Senado estadounidense.
En general, Trump y una mayoría republicana en el Congreso y en el Senado apuntan a una política unilateralista de Estados Unidos en muchas materias, incluida la fiscal, alejándose de fórmulas multilaterales. Por ello, cabe preguntarse si Estados Unidos se distanciará de algunas de las propuestas del programa BEPS de la OCDE o de la lucha contra los paraísos fiscales y a favor de la transparencia fiscal internacional. Será muy difícil que estas iniciativas lleguen a obtener los resultados que persiguen si los Estados Unidos se desmarcan de ellas.
En relación con BEPS, quizá ello obligara a reflexionar con más calma sobre algunas medidas de gran calado que puedan haberse adoptado de forma apresurada y sin ponderar debidamente sus posibles consecuencias.
Sin embargo, creemos que sería extraordinariamente lamentable un retroceso en la lucha en pro de la transparencia fiscal y contra las jurisdicciones opacas, que últimamente estaba consiguiendo avances impensables hace no muchos años, gracias a la presión ejercida desde Estados Unidos a partir del escándalo UBS. Un retroceso en esta materia daría nuevas alas a la evasión fiscal internacional, al blanqueo de dinero y a la financiación de actividades ilegales.
What’s next?
Claro está que, como todo buen pronóstico, lo más probable es que también estos estén equivocados. Así que tranquilidad y ¡Feliz 2017! Urte berri on!